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Adiós, Barbados. Hasta siempre

Esta es la última crónica pendiente de nuestro viaje a Barbados, inolvidable, entrañable y lleno de sorpresas. El cierre será la canción compuesta por mi sobrino Carlos, música y letra. Tarareamos el estribillo en familia cuando recordamos aquellos días. Y cada cual sigue escuchando su propia canción.

Para leer todo el viaje en su cuatro capítulos, así como conocer otros contenidos de mi blog, puedes acceder pinchando aquí

En el capítulo anterior

En los días anteriores viajamos por las costas este y sur de la isla para seguir recorriendo playas, y sorprendernos con una noche mágica de música en directo, intensamente barbadiense. Recorrimos la paradisíaca playa Reeds Bay, y buceamos entre barcos hundidos en Carlisle Bay, celebrando un nuevo atardecer en Batts Rock.

En este capítulo

En estas jornadas, en un recorrido de tres días, cerraremos nuestro maravilloso viaje. En un primer día de esta etapa, acompañadnos al centro de la isla, a visitar un magnífico taller de artesanía de cerámica: Earthworks Potery. Desde aquí, descubriremos un paisaje más húmedo que se abre a la costa atlántica y pasaremos el resto del día en la bella ciudad de Bathsheba, brindando en un atardecer de océano atlántico.

El segundo día llegaremos al extremo norte de la isla, recorriendo en el centro de Barbados el parque Harrison´s Cave, con cuevas y un precioso jardín botánico. Comeremos en un espléndido restaurante: Animal Flowers Cave, subiendo por la tarde a un faro abandonado justo en la punta norte. Iniciamos el atardecer en el muelle de Heywoods beach y lo terminamos en Speighstown, la ciudad más al norte de la isla. Puesta de sol en el lado caribeño de la isla.

Un último día, terminamos el viaje donde lo comenzamos: un baño en Rockley Beach y comida en Tiki Bar.

Un año después, mi hija ha vuelto a Barbados. Pero esa ya será su historia.

Volvemos -como cada día- a casa de Miguel, en la parroquia de Saint Michael, (vaya coincidencia la de los nombres) por la costa noroeste, que solo la habíamos conocido parcialmente desde el catamarán. Os invito a leer esa crónica viajera (anterior enlace) de nuestros primeros días.

White Hill, St. Thomas

Por primera vez, la carretera discurre entre grandes extensiones de caña de azúcar, en el centro de la isla.

A pesar de nuestra afición a los combinados de ron y fruta, no vamos a visitar la fábrica del ron que dicen es de los mejores del mundo. Preferimos dedicar tiempo a excursiones más genuinas. El clima y la vegetación cambian, es una zona húmeda y fresca que se abre a la costa este atlántica.

Hacemos una parada para visitar Earthworks Potery, porque me gusta mucho la cerámica y quiero ver cómo trabajan el barro en este centro de artesanía local.

Me maravillan los diseños y colores y compro algunas piezas, como tengo costumbre de hacer en mis viajes. Esas fuentes y platos los uso para emplatar mis recetas inspiradas en la cultura culinaria de Barbados. Otra forma de recordar. He compartido en cada capítulo algunos de estos platos que encajan en mi Cocina 4 S: Sabrosa, Saludable, Sencilla, Sostenible.

Bathseba, St. Joseph

Desde el centro de Barbados nos desplazamos ahora hacia el este, buscando la costa atlántica: Bathsheba.

Es el principal pueblo de pescadores de la parroquia de San José -con unos 5.000 habitantes- en la costa este de Barbados. Tiene varias iglesias pintorescas y un recorrido impresionante por una senda costera agitada por los vientos de un océano que se ha tragado a algunos surfistas avezados.

Habíamos hecho una reserva para comer en el espectacular restaurante con vistas Round House, que no es muy grande pero su terraza se abre sobre el océano y tiene una carta variada y de buena relación calidad-precio. Seguimos fieles a la cerveza local Banks, suave y afrutada.

Restaurante Round House

Recorremos las escasas y tranquilas calles hacia el comienzo de la senda costera. Llueve con ligereza y la brisa es intensa.

Una verde explanada nos dirige a un estrecho camino de tierra que hay que recorrerlo en fila en algunos tramos, con cuidado de no resbalar. Un par de horas es suficiente para hacer el recorrido con tranquilidad, incluyendo paradas de disfrute del paisaje.

Finalizamos la jornada subiendo a una colina con impresionantes vistas. La lluvia fina huele a hojas.

Allí está East Side, el barecito del amigo de Miguel, David (o Homey, como le conoce todo el mundo) donde disfrutamos de un rum punch casero a ritmo de Reggae, bailando y riendo bajo la lluvia.

La «familia de Miguel» os saluda nuevamente desde un alegre atardecer atlántico por donde sale el sol.

Segundo día de esta etapa. Como las distancias son muy cortas de recorrer en Barbados, en la excursión de hoy volvemos a salir desde casa, visitando el centro nuevamente y alcanzando el extremo norte.

St. Thomas, Harrison´s Cave

En el corazón de Barbados se encuentra una de sus mayores maravillas: la magnífica Cueva de Harrison. Forma parte de un Parque de eco-aventura en el que conoceremos la historia geológica de la isla de coral, disfrutando de un paseo subterráneo en tren y otro paseo a pie por el gran jardín botánico.

Ubicada en las tierras altas centrales de la isla, esta cueva de piedra caliza cristalizada se caracteriza por arroyos, profundos estanques de agua cristalina y columnas imponentes.

Barbados, el nombre de la isla se debe al aspecto barbudo de algunos árboles. Es una delicia caminar entre vegetación de grandes proporciones, ver monos y refrescarnos con afrutadas bebidas del color del parque.

St. Lucy, North

Y desde el centro de Barbados nos dirigimos al extremo norte, justo a la punta de costa más extrema, respirando una inmensidad de aire, luz y mar.

En un entorno de gran belleza, hay un restaurante en el que hemos reservado para comer: restaurante Animal Flower Cave.

Después de una sabrosa y sorprendente comida, damos otro paseo por el entorno, sin poder ver la cueva debido al temporal. Es una cueva marítima con escalones que conducen al interior, el suelo es de coral, con anémonas (a las que llaman flores animales los barbadienses) y piscinas de rocas naturales.

Hay una artesanía preciosa de colibríes de madera, y unas típicas figuras femeninas de cerámica. De ello también compré con mucho gusto; a tamaño reducido, claro.

Seguimos en el extremo norte

Pasamos junto a un recinto hormigonado algo pavoroso, carcelero, rodeado de verjas de hierro y que hasta hace muy poco ha estado custodiado al parecer por el ejército. Un edificio habilitado rápidamente para convertirse en hospital covid, en donde recluyen a los pacientes positivos. Aquí las medidas son extremas. De hecho, creo que nuestro vuelo ha sido de los primeros después de abrir las fronteras internacionales. Esto nos lo confirma una amiga barbadiense doctora que trabaja aquí. Ni se me ha ocurrido hacer fotos, de cómo se me han encogido el cuerpo y el alma.

Pasamos de largo, hasta llegar a un misterioso lugar

Que Miguel descubrió y con el que nos quiso sorprender. No es una atracción turística y pocas personas conocen este abandonado faro de Harrison´s Point, que curiosamente no está cerrado y al que subimos con precaución para dejarnos sorprender por unas esplendorosas vistas.

Descenso por la costa noroeste

En el recorrido hacia el sur, pasamos por la playa de pescadores Six Men y visitamos el muelle de Heywoods Beach. Comienza la magia del atardecer.

Sentir el aire y la luz, escuchar este mar acogedor salpicado de risas por un episodio de rescate de un precioso zapato de cristal que se nos cayó al agua.

Estar aquí en familia, con mis hijos, me produce una alegría inmensa.

Speighstown, Saint Peter

Es la ciudad más al norte de la isla. La recorremos tranquilamente hacia el lugar elegido para la final puesta de sol en Barbados.

Nuestra última puesta de sol

Atardecer, con baño y rum punch incluido, en el bar Little Bristol, en Speighstown, que está literalmente atiborrado de ingles bebiendo copiosamente mientras esperan el sunset. Parece una sala de espectáculos atestada. Salimos hacia la playa para encontrar butacas de arena y roca.

Últimas horas en Rockley Beach, South Coast

Y no queríamos irnos…

La familia de Miguel se agarró a una palmera. Pero ni por esas. Aquí tenéis el testimonio gráfico

¡No queremos irnos!

Se cierra el circuito. Terminamos el viaje donde lo comenzamos: un baño en Rockley Beach y comida en Tiki Bar.

Momentos de emociones por la partida, y despedirnos de Miguel, que ha sido un anfitrión de lujo. Gracias, hijo. Que Barbados te siga aportando tanto como tú también estás dando y creando allí.

Una canción de nuestro viaje familiar a Barbados: «azúcar y sal»

Qué mejor que cerrar esta crónica de viaje familiar con una canción creada expresamente desde esta experiencia. Música y letra de Carlos.

Escuchad la canción de mi sobrino Carlos: «azúcar y sal». Quizá podáis identificar algunas de las sensaciones, imágenes y sentimientos que os he intentado transmitir.

Pero han sido los míos. Encontrad los vuestros visitando este precioso y acogedor país. Y se os quedará Barbados en el corazón.

Gracias y hasta siempre

Mar Morales Hevia

Autor Mar Morales Hevia

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