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Llueve. Abro la ventana para sentir el agua y me inunda el olor a tierra mojada. Respiro profundamente, brota un bienestar intenso e inesperado. Recuerdo la sensación de pisar el barro y la hierba con mis botas infantiles, y una alegría de correr bajo la lluvia sin paraguas.

¿Por qué ese olor nos resulta tan especialmente agradable?. Se ha acuñado un término para el olor a lluvia o tierra mojada: petricor. Después de tantos días secos, aspiramos los aceites que generan las plantas y la geosmina que producen algunas bacterias. Nos impacta y reconforta porque es un olor muy primitivo, ancestral. La tierra mojada huele a vida.

También me atrapan los variados sonidos de la lluvia, las sensaciones de humedad en el ambiente, la piel, el cambio de tonalidades y formas. Es una experiencia multisensorial muy placentera. Descanso en ella y me siento agradecida, contenta y extasiada. Le presto atención, estoy presente disfrutando el momento y los pensamientos parecieran disolverse con el agua. Nada que hacer, ningún sitio al que ir. Solo estar sentada frente a la ventana sintiendo los momentos, tan cambiantes.

Esto es saboreo consciente, mental y con todos los sentidos . Seguiré escribiendo sobre ello; pero ahora voy a centrarme en uno de los sentidos: el olfato. Por su capacidad para evocar recuerdos y emociones, por su influencia en la salud, la actividad cerebral y procesos cognitivos. Y porque ha sido un sentido muy desvalorizado en los humanos.

Buen ambiente. En defensa de los sentidos

El ámbito de las sensaciones en la experiencia humana es actualmente un objeto de estudio tanto en ciencias biomédicas como sociales, por su capacidad para activar el cerebro, mejorar la salud, persuadir y proporcionar bienestar y satisfacción; por su potencial para crear espacios confortables y restauradores que compensen las inclemencias de todo tipo a que estamos expuestos: meteorológicas, por contaminación, ruidos, malas noticias, inseguridad, cansancio, etc. Podemos crear un entorno acogedor para la comunicación y el encuentro (con nosotros mismos y con los demás), que inspire seguridad, confianza, para el descanso y la regeneración física y anímica.

Esta propuesta, que podíamos asociar solo con las vacaciones, la hago extensiva a la cotidianidad sin salir incluso de casa. Crear experiencias duraderas y memorables, placenteras y relevantes para la vida individual, familiar, con amigos o grupos sociales. Es posible y beneficioso estimular un disfrute hedónico en un marco de valores y significado. Ambos enfoques no son excluyentes y potencian sus beneficios.

Desarrollar los sentidos es compatible igualmente con practicar el cierre sensorial de las ventanas que nos abren al exterior y nos distraen, dificultando una introspección concentrada; esa que nos permite acceder a un conocimiento profundo meditativo. A nivel personal, y en mi actividad profesional, he comprobado los beneficios de integrar ambas estrategias cuando la intención es clínica o psicoeducativa.

El olfato, puerta de entrada a emoción y memoria

Respirar, saborear una experiencia olfativa, es la que más favorece vivencias emocionales y de memoria. Los aromas desencadenan imágenes y recuerdos infantiles y refuerzan experiencias asociadas a ellos en cualquier momento. El olfato es la puerta de entrada a evocaciones multisensoriales vívidas, con un fuerte componente afectivo, tanto positivo como negativo.  El tono, la intensidad y la familiaridad de los aromas influyen en el placer experimentado  y la congruencia que suscitan, muchas veces de manera inconsciente. Un mal olor puede cargarse toda una atmósfera agradable creada para el resto de los sentidos, y producir un rechazo realmente visceral que nos hace alejarnos.

El olor perdura largo tiempo en la memoria, y el aroma del ambiente aumenta la adhesión a esos espacios que se vuelven tan acogedores. El olfato es el sentido a través del que mejor se recuerda la información. Estimando que, el ser humano recuerda el 1% de lo que toca, el 2% de lo que escucha, el 5% de lo que ve, 15% de lo que prueba y un 35% de lo que huele. De ahí la importancia de tener en cuenta los factores sensoriales en la satisfacción que puede experimentarse en espacios de aprendizaje, reunión, hoteleros, comerciales, culturales y de todo tipo.

La Universidad Rey Juan Carlos y EAE Business School ha publicado recientemente una investigación sobre el odormarketing, marketing olfativo, un área del marketing sensorial de interés para cubrir expectativas de salubridad, seguridad y confort.

Observa, evoca

Te propongo explorar tu aromas favoritos, en directo o recordando. Toma nota, ¿puedes enumerar una larga lista aromática y su correlato afectivo?

Olor a leña, hierba, piel amada, ropa limpia, pan tostado, papel, flores, …trae ahora a tu memoria esos aromas que son tan especiales para ti y nota con qué inmediatez e intensidad te transportan al pasado y te hacen sentir bien. Percibe también las sensaciones físicas que se activan en tu cuerpo.

Elabora tu mapa de experiencias olfativas importantes, crea un baúl de recursos, un botiquín, a los que puedas recurrir con facilidad. Para desarrollar esta función neurológica de forma consciente, he creado una práctica cuyo audio te adjunto más adelante.

Olfato y salud

El enriquecimiento ambiental -la «dieta sensorial» que recomienda mi amigo neurólogo Rafael González Maldonado– estimula la plasticidad cerebral, que se mantiene hasta edades avanzadas. Entrenar multisensorialmente el cerebro es una excelente manera de enfrentarnos a las pérdidas asociadas al envejecimiento; así como mantener en forma, saludablemente, funciones mentales.

En los cambios de la interfaz psico-neurológica ante estímulos, medidos con tecnología neurocientífica, el olfato es el más potente de los sentidos y el más capaz de influir en la actividad cerebral. Como parte del sistema límbico, se conecta con áreas cerebrales que intervienen en procesos de atención, memoria, aprendizaje, motivación y recompensa. Amígdala, hipotálamo, hipocampo…creando una sinfonía potente para nuestras vísceras, imágenes, recuerdos y estados de ánimo.

La pérdida del olfato se relaciona con deterioro cerebral y predice el desarrollo de numerosas enfermedades neurológicas y psiquiátricas. Hay evidencias científicas entre pérdida de capacidad olfativa y disminución cognitiva. Por el contrario, estimular el olfato parece mejorar el riego sanguíneo y conexiones cerebrales. Por mostrar un dato: oler conscientemente mejora el rendimiento cognitivo y aumenta estructuralmente la integridad del fascículo uncinado, que une el sistema límbico con la corteza orbitofrontal. Emoción, pensamiento y toma de decisiones recorren esta autovía cerebral reforzada por un entrenamiento consciente.

Se están aportando también evidencias de la influencia del olfato (inhalando mentol) en el sistema inmunitario y su relación con enfermedades neurodegenerativas.

Así que activar conscientemente el sentido del olfato de forma cotidiana, puede traernos múltiples beneficios biológicos, afectivos, cognitivos y relacionales. El desarrollo olfativo puede ser una vía asequible, eficaz y de bajo esfuerzo para mejorar nuestra salud y bienestar.

Te propongo practicar

Espero haber aportado suficientes motivaciones para tener más en cuenta este maravilloso sentido, que podemos perder por enfermedades, malos hábitos o falta de atención. Ahora te facilito cómo desarrollarlo un poco más, recorriendo esas vías de tu sistema nervioso olfativo.

Como todo entrenamiento enfocado a cambios y resultados, precisa de método y constancia. Una sola práctica ocasiona bienestar efímero. Se requiere al menos dos meses para evidenciar modificaciones más evidentes. Y si pretendemos que perduren, la práctica ha de volverse cotidiana a lo largo de la vida.

Como sugerencias: crea tu ambiente olfativo favorito, aunque por un fenómeno de saturación de receptores, es necesario que varíes los aromas para seguir percibiéndolos. Rociar la almohada con esencias favorece durante la noche esos procesos restauradores fisiológicos. Dedica atención consciente a los aromas, de manera informal a lo largo del día; y formalmente, puedes hacer esta práctica de atención plena: entrenando el olfato que he creado para facilitar tu experiencia olfativa, y cuyo audio te adjunto.

Mientras practicaba yo misma, y luego escribiendo el guión de este audio, al aire libre, he observado a mi perra Sacha: atenta, erguida con disposición relajada, dilatando su nariz, el movimiento ligero de orejas. Una viva imagen de atención plena.

En defensa del olfato humano

Siempre me ha fascinado ese fenómeno que Proust describió en 1913 ‘Magdalena de Proust’ o ‘Efecto Proust’ se refiere a situaciones en las que un estímulo sensorial hace rememorar una parte del pasado que esté asociada a ese sabor, olor o sonido. La expresión «magdalena de Proust» ha pasado de ser un recurso literario para usarse en otros campos, como la psicología, neurología o marketing.

Historias, mapas y paisajes olfativos personales pero que también son comunes a otras personas. No obstante, hay variaciones de género, edad, cultura, estados de salud. Por poner algunos ejemplos, los cítricos se asocian a frescura y dinamismo, el talco a seguridad, el coco al exotismo, la canela y el chocolate mejoran el ánimo, la lavanda relaja. El odotipo, tan relacionado con las estrategias de neuromarketing, bien que utiliza estos conocimientos, tan ancestrales no obstante en todas las culturas.

Y es que el olfato, desde el punto de vista evolutivo, nos engancha a lo fundamental y a la supervivencia desde tiempos inmemoriales. Y esa memoria de especie también es activada, por mucho que algunos de mis colegas menospreciaran hace treinta años el valor que yo le otorgaba a este sistema cuando explicaba a los estudiantes de Medicina y doctorado el rinencéfalo y el cerebro límbico. Les parecía incluso algo esotérico y alegaban que los humanos somos microsmáticos, y el olfato una especie de adorno en comparación con el resto de los sentidos. Pero el olfato sí importa. Hace unos años, en una formación que hice con la doctora Nazaret Castellanos, pude compartir con ella una pasión común por la neurociencia aplicada a la vida. A partir del 2017, la comunidad científica empieza a interesarse por su relevancia clínica, y se inicia un florecimiento del sistema olfativo y la importancia de la respiración en el funcionamiento cognitivo. El entrenamiento olfativo mejora la calidad de vida a nivel cognitivo y emocional.

Hace tres décadas, se le concedía al olfato apenas media hora en los programas de la facultad de Medicina. Sin embargo, yo he dedicado muchos años a ese entrenamiento consciente, del olfato y todos los sentidos, y me satisface conocer la importancia que actualmente está adquiriendo en la comunidad científica y la población general. Pero más que como economía de mercado, que analiza cómo influyen los sentidos en las decisiones de compra, traigo a estas líneas el olfato como posibilidad de desarrollo afectivo, cognitivo y de comunicación humana. Como llave a recuerdos felices. Saludable y creativamente.  Cómo posibilidad tanto para crear entornos restauradores de bienestar como para igualmente acoger el malestar y hacerlo más amable y sostenible.

Mar Morales Hevia

Autor Mar Morales Hevia

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