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INTRODUCIR EL SILENCIO EN LA VIDA DIARIA O EN LAS VACACIONES NOS APORTA UN PLUS REGENERATIVO

Practicar el silencio mejora la salud, regenera las neuronas, elimina toxinas cerebrales, combate el estrés, aporta serenidad, recupera la atención y favorece la creatividad.

Si te seducen algunas de estas razones para el silencio, sigue leyendo.

El ruido perjudica seriamente a la salud. La Organización Mundial de la Salud lo define como un sonido superior a 70 u 80 decibelios. Estresante, para quienes vivimos en ciudades: el tráfico es la principal fuente de contaminación acústica: 70-80 dB continuos; y una taladradora puede ponerte de los nervios si tienes una obra junto a tu casa o el lugar de trabajo (120 dB). La calidad auditiva, y la del sueño, se relacionan con los 40 dB en el dormitorio durante el día y 30 dB durante la noche, y conversaciones por debajo de 50 dB. Si nos alejamos de las ciudades, discotecas (110 dB) o aeropuertos (130 dB el despegue), este estresor desaparece.

Conocemos los daños del ruido excesivo afectando al oído interno, aparato cardiocirculatorio y sistema nervioso. También altera el descanso y los ritmos sueño-vigilia e influye negativamente en el aprendizaje y rendimiento académico o laboral. Cansancio, insomnio, dolores de cabeza, irritabilidad, dificultades para concentrarnos o ansiedad pueden ser algunos de los síntomas cuando estamos sobreexpuestos a ruido excesivo de forma crónica. Por ello, a partir de los 85 dB, la ley obliga a utilizar protección auditiva. Así que es fácil deducir que una cura de silencio es el remedio.

El exceso de ruido suele ir de la mano de la hiperactividad, el estrés y el agotamiento psíquico. Es lo que padeció Michel Le Van Quyen, investigador de neurociencia en el Instituto Nacional de Salud e Investigación Médica de Francia y que trabaja en el Laboratorio de imágenes biomédicas. Le diagnosticaron agotamiento y le prescribieron reposo absoluto para curarle una parálisis facial. A raíz de su proceso decidió investigar sobre el silencio corporal, acústico, atencional, visual y meditativo. Y escribió “Cerebro y silencio. Las claves de la creatividad y serenidad”, publicado por Plataforma Actual en octubre del 2019.

Con esta recopilación de investigaciones sobre los beneficios del silencio para la función cerebral, y su experiencia personal, se aportan nuevos enfoques que vienen a complementar las herramientas de que disponemos para cuidar de nuestra fisiología, salud y bienestar.

Beneficios del silencio

¿Dónde está mi SPA? Perdernos en un refugio de silencio y alejarnos del ruido habría de ser otro hábito saludable. Nada nuevo, desde luego. Porque los sonidos del silencio nos remontan a la noche de los tiempos, a diferentes culturas y tradiciones espirituales.  En una vida en exceso ajetreada, volver a costumbres antiguas que funcionan es un valor recuperable. ¿Quién no se siente bien escuchando algunas melodías, el trino de los pájaros, la brisa entre los árboles, un mar tranquilo o un arroyo fluir?  Una inmersión en estos sonidos es muy reconstituyente y tiene efectos demostrados a nivel fisiológico y psicológico. Siempre lo hemos sabido, y la experiencia lo ha puesto en evidencia. Pero es solo recientemente cuando la ciencia se ha interesado por los beneficios de algunos sonidos y del silencio en diferentes ámbitos, investigando sus tipos y formas de exposición, para mejorar la salud, el bienestar y la vida.

¿Podemos pedir un minuto de silencio para vivir?

Más silencio y menos Mozart. Encontramos refugios de silencio en paseos por el campo, un balneario, templo, rincón en casa o la sala de meditación de nuestro barrio. La exposición a tramos aleatorios de silencio entre sonidos tiene un poderoso efecto. Pausas de dos minutos son mucho más relajantes para el cerebro y el sistema cardiorrespiratorio que la música relajante o el silencio más largo. Sus efectos los puso en evidencia el cardiólogo Luciano Vernardi (2006), desmitificando en parte el “efecto Mozart” (sonata para dos pianos en re mayor K.448) que relaciona esta estructura musical particular con beneficios en el nacimiento de nuevas neuronas en el cerebro, pero que se ha desvirtuado con la explotación comercial.

La selección adecuada de música, mediante la alternancia de pausas y ritmos rápidos y lentos, puede utilizarse para inducir la relajación y reducir la actividad simpática y, por tanto, puede ser potencialmente útil en el tratamiento de la enfermedad cardiovascular.

El silencio se acentúa con los contrastes. Es un buen estímulo para el cerebro, que es muy sensible a las novedades, y responde poderosamente, activando algunas funciones o incluso haciendo crecer las neuronas. ¿El silencio es oro? -se preguntó un equipo alemán de investigadores (I. Kirste, 2015), indagando si el silencio activa la producción de nuevas neuronas en el cerebro de los ratones; concretamente, en el hipocampo, estructura relacionada con la memoria y el aprendizaje.

El silencio hace crecer al cerebro

La neurogénesis es una de las formas de plasticidad del cerebro y ocurre solo en algunas regiones cerebrales. Está regulada por nuestro comportamiento: ciertas actividades la estimulan, como la física o todo desafío del ambiente que constituya un estrés positivo. Por el contrario, el exceso de estímulos o el estrés de la multitarea, destruye neuronas.

Conocer tanto los estímulos que construyen redes cerebrales como aquellos que las destruyen, tiene una gran repercusión clínica y en la vida cotidiana.

Actualmente ya se ha demostrado que pueden nacer neuronas en un cerebro adulto. Pero esas neuronas inmaduras deben crecer, lo que es muy difícil que ocurra. El conocimiento de los factores de crecimiento de esas neuronas abre grandes posibilidades tanto para el aprendizaje como en psicoterapia, el ámbito clínico en lesiones cerebrales o enfermedades neurodegenerativas (Alzheimer, Parkinson…)

El silencio es un estrés positivo

Retomando las investigaciones sobre la influencia del silencio en el cerebro, en comparación con diversos sonidos, los ratones estuvieron expuestos a: (1) ruido blanco como estímulo auditivo no estructurado; (2) llamadas de cachorros de ratón como estímulo estructurado que es común y relevante para ratones; (3) la música de piano de Mozart como estímulo estructurado, desconocido y presumiblemente irrelevante para los ratones; y (4) silencio en una cámara anecoica.

Estuvieron en la cámara insonorizada dos horas por día, durante 3 días, y desarrollaron nuevas células en el hipocampo. El silencio realmente está ayudando a las nuevas células generadas a diferenciarse en neuronas e integrarse en el sistema cerebral.

 A excepción del ruido blanco, todos los estímulos, incluido el silencio, aumentaron la proliferación de células precursoras. Pero después de 7 días, solo el silencio permaneció asociado con un mayor número de neuronas. Los resultados de la investigación de Ilke, indican que la ausencia antinatural de entrada auditiva, así como los estímulos estructurados, aunque irrelevantes etológicamente, activan las células precursoras.

El silencio, literalmente, puede hacer crecer el cerebro.

Ruido interior

No todos los ruidos son externos. El tráfico intenso de los pensamientos también contamina y los dañinos pueden taladrar nuestro bienestar. Si bajar el volumen de las voces en nuestra cabeza es un gran alivio, aprender cómo y cuándo cobra un gran interés. La mente crea pensamientos espontáneos y ese flujo no se puede controlar en su inicio, pues el estado natural del cerebro es la actividad. Aunque la tasa de aparición de esos pensamientos es variable, según las personas o los estados mentales. Podemos hacer mucho por educar la atención. Aquello a lo que más atención prestamos es lo que crece y cobra forma.

Acostumbrados al ruido, la cultura del silencio tiene pocos adeptos. A muchas personas les angustia no estar permanentemente escuchando: sean voces familiares de fondo,un programa de radio, música o vídeos en su wathsapp. Hablar aunque no se tenga nada que decir rellena huecos incómodos en las relaciones. Compartir el buen silencio puede requerir mucha intimidad cuando no es incomunicación.

Como antídotos del ruido mental, el silencio interior puede crearse con momentos de meditación, relajación o ensoñación. La meditación, como entrenamiento de la atención, ayuda al estado de silencio.

El silencio es para la mente lo que el sueño es para el cuerpo

Volcados en actividad y multitarea, procesamos continuamente grandes cantidades de información. Las constantes demandas de atención de la vida moderna ejercen mucha presión en la corteza cerebral prefrontal (que se relaciona con tomar decisiones, resolver problemas…) y en las respuestas corporales de estrés.

Cuando estamos concentrados, la corteza prefrontal del cerebro está inundada de noradrenalina, que es un neurotransmisor. Pero cuando la presión es muy fuerte, por exceso de trabajo o estado de multitarea, un exceso de NA desconecta la corteza prefrontal, se conectan otras redes de forma automática y dejan de tenerse las ideas claras.

Combinar pues los ritmos de actividad-reposo es una cuestión de buen funcionamiento fisiológico. Si en cualquier actividad física introducimos pausas de descanso para evitar daños y favorecer los procesos de recuperación del corazón o articulaciones, igualmente habríamos de hacerlo con nuestra actividad mental. La mente, a fin de cuentas, se apoya también en una actividad fisiológica y puede ser entrenable como un músculo. Ir a un gimnasio mental es una buena opción.

De acuerdo con la teoría de restauración de la atención, cuando estamos en un entorno con niveles más bajos de información sensorial, el cerebro puede «recuperar» algunas de sus capacidades cognitivas relacionadas con la atención. Así pues, desconectar nuestros sentidos de vez en cuando debería incluirse en los mejores programas de descanso integral.

Limpiando el cerebro con un «baño» neuronal

Trabaja al 100% solo si descansas al 100%. Nuestro organismo necesita equilibrar el desgaste con el descanso para regenerarse. Todos hemos experimentado alguna vez la necesidad de recargar las pilas tras períodos de gran actividad. Si no lo hacemos, el agotamiento pasa factura. Nuestro cerebro necesita períodos de inactividad para liberarse de las toxinas que genera tras una concentración intensa, ya que puede quemar hasta un 25% de la glucosa corporal. Y este consumo de energía produce desechos que el cerebro debe eliminar. Esto lo hace una red de drenaje, células gliales que rodean a los vasos sanguíneos cerebrales y se denomina sistema glinfático (en el cerebro no hay vasos linfáticos, como en el resto del cuerpo).

En las fases de reposo cerebral -con o sin sueño- es cuando el cerebro se “limpia” de residuos acumulados. El espacio entre las células cerebrales aumenta su tamaño, el cerebro se encoge para aumentar su circulación de líquido cefalorraquídeo y darse un buen baño.  Es lo que descubrieron en 2012 J.J. Iliff y colaboradores, de la Universidad de Rochester. Bien que notamos los beneficios de un sueño reparador o una relajación profunda.

En el proceso creativo, es importante alternar las fases de gran concentración con las de ensoñación, dejando que la mente divague. Cuando la atención flota y los pensamientos fluyen, se incuban las ideas después de un trabajo previo de recogida de información.

Además, la acumulación de residuos que no se eliminan, se relaciona con enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer, enfermedad en la que se produce una acumulación masiva de proteínas “beta-amiloides”. Una hipótesis científica actual es que la falta de eliminación de estos subproductos tóxicos cerebrales pueda provenir de una mala evacuación del sistema glinfático.

Conocemos bastante bien cómo cuidar de nuestro sistema locomotor, digestivo o cardiocirculatorio, tanto para prevenir deterioros o patologías como para recuperarnos de las lesiones o mantener un funcionamiento óptimo. Si esto es así ¿cómo no incorporar prácticas beneficiosas para una buena función cerebral, relacionada con procesos tan vitales?

Si cuidamos de nuestro cerebro, nuestro cerebro cuidará de nosotros.

Más vida a los años

Que nuestro cerebro envejezca saludablemente es otro motivo para practicar el silencio

Mar Morales Hevia

Autor Mar Morales Hevia

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Únete a la conversación Un comentario

  • Oliver dice:

    Hola,

    Pienso que el silencio es poder porque es mucho mejor permanecer en silencio que dar una respuesta incorrecta o inapropiada. El silencio le da a nuestra mente un poder unidireccional para pensar positivamente incluso en las peores situaciones. Muchos inventos y descubrimientos han sido posibles cuando los académicos han permanecido en silencio y reflexionando profundamente. Hablando metafísicamente, todos podemos encontrar nuestro verdadero Ser en el silencio ya que esto nos permite alejarnos del ruido de nuestra mente.

    Un saludo,

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