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Todavía se pueden aprovechar los últimos días del otoño, pisando hojas que amarillearon los cielos de calles y campos. El otoño, con ese desprendimiento de la naturaleza, nos invita a soltar, descargarnos. Estoy paseando por la ciudad bajo una lluvia suave, respirando a través de la mascarilla un aire que se nos hace sospechoso a casi todos. Aún así, es reconfortante sentirme viva y en un espacio más amplio que el de este confinamiento excepcional a causa del coronavirus.

Al igual que el aire sale en cada espiración y deja espacio para poder inspirar, los vientos otoñales desempeñan su labor. La Naturaleza exterior se refleja en la interior con sus vientos de desapego, o huracanes  llevándose consigo lo que ya no sirve, lo que estorba y dificulta. Porque todo peso o carga que no facilita la vida es un estorbo. Lo que ocupa espacio impide sitio para algo nuevo. Hago prácticas estas reflexiones sin dejar de ser consciente de mis resistencias al desprendimiento, aunque mi pregunta sea la de si realmente lo necesito. En este otoño, cargado de austeridad y crudeza, esa pregunta cobra más sentido. Con el recorte de lo que podemos compartir, adquirir, esperar o disfrutar, se relativizan las necesidades.

He revisado armarios, estanterías, cajones, ficheros…para desprenderme de acumulación innecesaria. Aunque he de reconocer que en parte es por hacer sitio para actualizar y renovar. Me propongo que por cada cosa nueva que entre en mi casa, otra vieja -como mínimo- tiene que salir. Reciclar, tirar o regalar, me da igual, pero que circule. Porque acumular sin desprendimiento llega a ser agobiante, al menos para mí. Lo que se amontona en exceso en armarios, estanterías, ordenadores…puede llegar a sobrecargarnos o saturarnos con el desorden. Tener menos no es dejar de ser.

Los árboles nos lo recuerdan al desprenderse de sus hojas, con ese gesto de soltarlas y quedarse con lo esencial de las ramas. Pierden las hojas, pero mantienen su estructura.

El otoño inspira una invitación a descansar en el desprendimiento, evitar sobrecargas y saturación, quedándonos con lo fundamental. Nos permite el pronto descanso invernal y que el futuro primaveral retoñe en la amplitud creada. Si no vaciamos, no hay espacio para más, tanto sea libro, plato, proyecto, o relación. Es así la apertura mental o del corazón, que permite una sostenibilidad vital con los ciclos dar/recibir, soltar/coger, inspirar/espirar. Movimiento.

Todo pasa. La impermanencia forma parte de la vida y aceptarla nos ayuda a estar en paz y vivir realmente los momentos. Todo pasa, tanto lo bueno como lo malo; apenas permanece una temporada. Así es el ciclo de la naturaleza, que incluye la humana. Pasamos la vida diciendo hola y adiós, recibimos algo nuevo y nos despedimos en algún momento. Y mientras tanto, ahí estamos.

Te sugiero esta práctica de otoño

  • Observa y recorre tu casa para ver si puedes vaciar un poco más los cajones y armarios haciendo espacio.
  • Escucha tu cuerpo y siente dónde está cargado, saturado, de contracturas y presiones, de tareas o responsabilidades que te sobrepasan o que no te pertenecen, pero las haces tuyas.
  • Presta atención a tu mente y detecta pensamientos, recuerdos o anhelos ajenos, inútiles o caducados.
  • Suelta relaciones, ideas, actitudes o experiencias que ya no tienen significado.
  • Siente tus emociones pesadas, apolilladas o inservibles.

Dejemos que nos atraviese el otoño.

El viento sopla los versos de Mario Benedetti

«Aprovechemos el otoño

Antes de que el invierno nos escombre

Entremos a codazos en la franja del sol

Y admiremos a los pájaros que emigran

Ahora que calienta el corazón

Aunque sea de a ratos y de a poco

Pensemos y sintamos todavía

Con el viejo cariño que nos queda

Aprovechemos el otoño

Antes de que el futuro se congele

Y no haya sitio para la belleza

Porque el futuro se nos vuelve escarcha»

Mar Morales Hevia

Autor Mar Morales Hevia

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Únete a la conversación 2 comentarios

  • Charo Martínez dice:

    Querida y apreciada María del Mar.
    Me encanta lo que has escrito sobre el Otoño, es una época del año que invita a pensar y a mirarse por dentro, yo aprendí a hacerlo gracias a tí.
    Un abrazo entrañable.

    • Mar Morales dice:

      Querida Charo: gracias a ti por la valentía de mirarte y decidir seguir el resto de tu vida según lo que viste, y por aprender a tratarte con respeto y amor. Enhorabuena por soltar tantas hojas, me alegro mucho de que al final encontraras la primavera. Un abrazo grande

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