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Escribí esta carta a mi madre, con un tono optimista y cariñoso, el 24 de diciembre de 2020. Yo estaba muy animada por haber conseguido entre todos salvar un verano familiar en el que extremamos los cuidados y la protección al máximo. Por verla disfrutar unos días navideños, aunque hiciera frío en la calle en algún reencuentro distante al aire libre. Durante meses, solo pudimos verla a través de una reja. Toda la familia estaba feliz imaginando que pudiera vacunarse y comenzar a normalizar su vida cotidiana. Pero ella dudaba mucho con la vacunación. Así que se me ocurrió animarla con este escrito.

No podía ni imaginar que ella moriría unos días después de estar completamente inmunizada. Tampoco sospechaba que el sueño de las vacunas se convertiría en una pesadilla los meses posteriores. Esta siendo una época enormemente compleja y dolorosa. Había pensado por ello eliminar este escrito. Pero decido no hacerlo, para recordar cómo pudo sobreponerse mi madre a las dificultades con muchas ganas de vivir hasta el último momento. Y como pequeño homenaje a tantas personas que están viviendo asustadas y doloridas pero a pesar de ello siguen adelante. Y a los científicos y sanitarios que se están dejando la piel y la vida por nosotros. Gracias, gracias, gracias.

Querida mamá: sé que no voy a presionarte para que confirmes tu autorización. Comprendo que tengas miedo a vacunarte del coronavirus porque hace tiempo te diera reacción una vacuna de la gripe y lo pasaras mal. Aunque quizá porque tu sistema inmunitario se defendió y guardó la lucha en su memoria no cogiste gripe en los años posteriores. Esta vacuna (y afortunados por tenerla) es diferente. Es un riesgo desconocido en parte, pero es lo mejor que tenemos en estos momentos.

No pretendo convencerte. Intento explicarte con sencillez mis razones y luego toma tu propia decisión.

Imagina que a Sacha le dieran la prenda de un delincuente asesino; la olfatearía, grabaría su olor en la memoria y se defendería cuando apareciera. Estas vacunas primeras son como la ropa del enemigo, no el coronavirus.

Estas vacunas son como la ropa del enemigo

Si te vacunas, favoreces burbujas seguras de convivencia. Gracias a que una de tus hijas ya ha pasado el coronavirus sin secuelas y tiene defensas, estás disfrutando en directo de abrazos, cuidados y estímulos compartidos. Al menos unos pocos días navideños. Con los demás, breves distancias robadas en la calle y encuentros online. Es extraño y difícil, claro, pero lo que no podemos hacer no va a impedir lo que SÍ podemos hacer. Vamos a enfocarnos en las posibilidades, no en las limitaciones.

En tu residencia, como una decisión compartida, se va a crear otra burbuja en donde podréis respirar tranquilos residentes y trabajadores; confiemos en ello. Apostemos por la VIDA. Las personas mayores son el frente donde el coronavirus triunfa arrasando vidas. Y los jóvenes, aunque no pierdan vidas, se juegan su futuro. ¿Vamos a permitirnos dos generaciones perdidas por el coronavirus?

Hace unos días, yo no quería vacunarme. Te cuento las razones por las que he cambiado de opinión.

Es muy duro respirar con miedo; además, bloquea la vida. Nos estamos arriesgando incluso por encima de nuestras posibilidades. Me asusta enfermar y pasarlo mal o incluso morir. Pero esa lotería forma parte del día a día y lo tengo asumido.

Si me vacuno, posiblemente proteja mi salud y la de mis personas queridas, creando espacios más seguros para convivir: familia y amigos, vecinos, alumnos y pacientes, tenderos del barrio, camioneros, docentes, sanitarios, camareros, artistas, cuidadores, policía… Me duele enormemente el dolor de tantas personas que han perdido a seres queridos, salud, bienestar, trabajos o sueños. Siento profundamente que haya personas con dificultades para tener agua y jabón, alimentos, compañía, trabajo, medicinas o un techo seguro. Me angustia este sufrimiento, pero confío en un mejor futuro para todos. Ya hago algo cuidándome para cuidar, compartiendo dinero, tiempo, apoyo o momentos felices; no sé qué más puedo hacer por amor a mí misma y a todas esas personas. ¡Ah, sí, vacunarme!

Feliz NaVIDA

Mar Morales Hevia

Autor Mar Morales Hevia

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