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Paz. Nos pasamos estos días deseando paz y que se cumplan los sueños. La paz de cultivar la paciencia. ¿Pero qué hay detrás de tan bienintencionadas palabras, podrían estar huecas sin conducir a nada?

PAZ, EN DEFENSA DE LA PACIENCIA

¿Tú sabes lo que es la paciencia? Me preguntó mi abuelo Fernando cuando me pidió esa actitud; yo tenía 7 años. “Es tener calma, esperar”, le contesté enseguida. Sorprendido por mi respuesta, sonrió. Conforme fui creciendo, aquel traje conceptual de estado interior se me quedó pequeño. Mi horizonte se ampliaba, aprendiendo que la paciencia es estar en paz cuando afrontamos situaciones externas o internas que nos inquietan, tolerando dificultades, el daño que nos hagan o la verdad que pudiera molestarnos.

La paciencia es el antídoto de la ira, que destruye en un momento -como un gran incendio- lo positivo que se ha ido cultivando durante mucho tiempo. Alguien dice o hace algo que nos bloquea o molesta a nuestras creencias, intereses, expectativas o planes, y explotan la ira y el enfado. Nos queremos quitar de en medio el obstáculo como sea. Rechazamos la situación, atacamos, insistimos, nos desilusionamos si no se cumplen nuestras expectativas, nos frustramos cuando vemos que la realidad no cambia a nuestro favor. Y todo este encadenamiento de sensaciones y comportamientos crea sufrimiento, es muy dañino para nosotros y para los demás. Perdemos la paz, entramos en guerra.

EL RIESGO DE LOS PROPÓSITOS DE AÑO NUEVO.

El origen de la falta de paz, del bloqueo de la paciencia, comienza con las expectativas. En estos días reconectamos con deseos de renovación, de alguna forma nacer de nuevo en aspectos que soñamos, deseos que esperamos se cumplan tal cual. Salimos del presente y nos proyectamos al futuro. No es negativo tener expectativas, planes, metas y objetivos; es importante.  La clave es no aferrarnos a todo ello de forma rígida, cerrada, obsesiva; porque nos quedaríamos atrapados sin adaptarnos al terreno. Mejor enfocarnos en el presente, crear causas y condiciones positivas dejando abierto el futuro.

Cuanto más específico sea un plan, mayor es el riesgo de apegarnos a los resultados, sintiéndonos frustrados y enfadados si no ocurre lo que habíamos previsto. La decepción, el sentimiento de culpa y la ira están servidos si no ocurre lo que esperábamos. Nuestro compromiso ha de ser con el proceso, no con los resultados, que escapan a nuestro control la mayor parte de las veces. Más favorable será desarrollar apertura y flexibilidad para adaptarnos al terreno que el nuevo año nos traiga.

La felicidad no depende de que las cosas sucedan de una forma única y determinada. Si ocurren, bien; y si no, también. El presente “es como es”. Esa aceptación básica de lo que escapa a nuestro control nos instala en la paz; y desde ahí liberamos la energía con la que sí podemos de alguna forma crear, transformar, evolucionar.

Podemos soltar todos los “debería ser así” y aceptar la realidad. Podemos soltar las comparaciones con las vidas de otras personas, con el pasado (cómo tenía que haber sido) y descubrir nuevas oportunidades. Podemos soltar las sensaciones desagradables y adueñarnos del presente. Podemos respirar, movernos, soltar las somatizaciones de los agobios agarrados al cuerpo.

Podemos abrir esa puerta a la paz cuando dejamos de aferrarnos y de rechazar.

Mis mejores deseos de paz para el 2024. Pase lo que pase, ojalá podamos llevarlo de la mejor forma posible.

Mar Morales Hevia

Autor Mar Morales Hevia

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