Skip to main content

El contacto con la naturaleza es una fuente de salud, bienestar y felicidad. Nos hace sentir bien por conexión vital y sentimiento de pertenencia. Yo, además, añado el chute de belleza.

Pasar dos días en el Valle de Lecrín (que significa Valle de la alegría) me revitaliza e inspira para crear la sesión práctica que voy a impartir en el taller de esta semana, cuyo título genérico es VIDA+. Trabajar en lo que suma para llenar de vida los años.

Con los aislamientos a causa de la pandemia COVID-19, el encierro me puso más en valor -si cabe (junto con el contacto humano)- el imperioso anhelo de salir a la naturaleza. Creo que eso nos ha ocurrido a muchas personas. Así, disfruto de la felicidad elemental de existir. Coincido con la psicología evolucionista y ambiental en que es una necesidad humana básica. Encuentro en la naturaleza un espacio restaurador, que me sustenta y nutre en el más amplio sentido. Una gran energía sanadora que me gustaría difundir y contagiar con palabras y propuestas.

He terminado de podar y doy un buen paseo viendo florecer los almendros. Hago fotografías para captar toda esa belleza, me gustaría saber pintar. Cuando vuelvo a casa, me recreo en el libro del psiquiatra Christophe André, El arte de la felicidad, En él, su predilección por lo íntimo y el interés por la psicología de las emociones, le lleva a la pintura. Reflexiona y medita a partir de veinticinco obras que encarnan los rostros, formas y gestos de la felicidad. A modo de lecciones que proponen avanzar en el camino que conduce a una vida más feliz. Un camino que se puede aprender.

Elige el cuadro de Van Gogh, Rama de almendro en flor (1890) “como una eclosión de las alegrías humanas: la fragilidad y la fuerza, el arraigo en la vida y el impulso hacia la trascendencia. El pintor deja de lado los sufrimientos y el caos (víctima de un gran malestar psíquico, lo pinta estando refugiado en un sanatorio), y en un impulso hacia el firmamento, recorta los pétalos en el azul del cielo. Pinta ese cuadro para su sobrino recién nacido, todo un regalo de vida, una oda a la naturaleza con admiración y emoción sublimes.

Estas alegrías nacientes que florecen son las más importantes, pero también las más vulnerables. Nada más fácil que pisotearlas o descuidarlas. Esa pintura nos abre los ojos a su belleza, su fragilidad. Y, también, a lo absolutamente necesarias que resultan para nuestra existencia.”

Me he sentido feliz caminando entre los almendros en flor, siguiendo esas indicaciones del autor que hago propias en mi vida cotidiana. Detenerme, callar; observar, escuchar, respirar. Admirar. Acoger las alegrías que están naciendo. Esforzarme tranquilamente para percibirlas donde quiera que se encuentren.

Ahora toca podar

Enero ha sido tiempo de poda. Con decisión, buenas herramientas y cuidado he ido quitado lo que sobraba de rosales, naranjos y plantas trepadoras porque son una sobrecarga extendiéndose demasiado por donde yo no quería. . Luego, la sabiduría de la Naturaleza hará el resto. En pocas semanas brotará todo lo nuevo con gran fuerza.

Un árbol que se autodesarrolla se va expandiendo. Pero aparecen brotes y ramas que complican su crecimiento armónico. Entonces, es necesario podar. La decisión de desprendernos de aquello que impide nuestra evolución es dolorosa, solemos acostumbrarnos a las cadenas invisibles que detienen nuestro paso. Una mente negligente acumula dificultades y no las resuelve. Una mente diligente disuelve los problemas y libera energía de acción directa.

Esta labor de poda en nuestro jardín interior la podemos utilizar tanto para nuestro crecimiento personal como para que salga adelante un proyecto: trabajos, relaciones, ideas, sueños…

Si miramos dentro y prestamos atención, podemos escuchar conversaciones con nosotros mismos: lo que nos decimos que nos bloquea o lo que nos impulsa a caminar, a seguir adelante en la dirección que queremos. Porque es importante saber adónde vamos. La dirección valiosa en la que nos guiamos por nuestros valores. De lo contrario, podemos encontrarnos en otro lugar y no darnos cuenta. Y entonces sorprendemos preguntándonos ¿cómo he podido llegar hasta aquí, qué hago en este lugar, haciendo esto, con estas personas? Puedo descubrir que este no es mi sitio, no es mi terreno. Entonces, quizá digamos “necesito espacio” ¿Pero sabes qué espacio realmente es el que necesitas, cuál es el lugar en el que quieres estar y ser tú mismo?

El darnos cuenta nos libera para vivir.

¿Qué me impide avanzar ahora, que me sobra y necesito quitar?

¿Cómo voy a estimularme, motivarme, para ir en la dirección que quiero y necesito?

Es posible que en tu vida hayas experimentado ya alguna poda dolorosa y sepas cuál ha sido la más significativa. En la naturaleza, las ramas brotan de las raíces. Te propongo observar las raíces de tu árbol del sufrimiento inútil. Invierte el dibujo y decide qué podas son necesarias. Quizá hipercrítica, perfeccionismo, indecisión, inseguridad, angustia, miedo, rutina, pereza…Indaga sobre ello con atención, amabilidad y curiosidad sin juicios.

Te sugiero un trabajo personal tanto podando ramas como yendo a las raíces. Así del sufrimiento como de la felicidad

.

Anota en las ramas cuáles necesitas podar. Observa su correspondencia con las raíces.

Propuesta

En el prólogo del libro El darse cuenta. Sentir, imaginar y vivenciar, se dice de su autor John O. Stevens que “Tiene la paciencia de quien cultiva una planta: no apura, no retrocede, poda (frustra) lo suficiente, estimula (abona) lo justo. Sigue el proceso de crecer”. Esto orienta todo un trabajo psicológico de cultivo personal.

El ejercicio de visualización de Stevens  Identificación con el rosal es el que elijo para esta sesión del taller. Fue uno de los más reveladores cuando hice mi formación gestáltica hace más de veinte años; y aún me sigue inspirando. Se va experimentando sobre los siguientes aspectos:

  1. ¿Qué tipo de rosal eres?
  2. ¿Dónde estás creciendo?
  3. ¿Cómo son tus raíces?
  4. ¿En qué tipo de suelo estás enraizado? Ve si puedes ver tus raíces creciendo en la tierra
  5. ¿Cómo son tu tronco y tus ramas?
  6. Descubre todos los detalles de ser este rosal
  7. ¿Cómo te sientes siendo este rosal?
  8. ¿Cómo son los alrededores?
  9. ¿Cómo es tu vida siendo este rosal?
  10.  ¿Qué experimentas y qué sucede cuando cambian las estaciones? Continúa descubriendo aún más detalles de tu vida siendo este rosal. ¿Cómo sientes tu vida y qué te sucede?

Más de huertos y jardines

Estoy leyendo el libro de Luis Landero El huerto de Emerson. Su título lo toma de la filosofía del escritor, filósofo y poeta norteamericano Ralf Waldon Emerson, que propone contentarse con lo que por naturaleza nos ha sido dado y sacar de ahí los más frutos posibles que contenga.

Sumo también la poesía a las meditaciones de mi alma de jardinera. Versos de Antonio Machado. Otro soplo de vida.

Llamó a mi corazón, un claro día

Llamó a mi corazón, un claro día,

con un perfume de jazmín, el viento.

-A cambio de este aroma,

todo el aroma de tus rosas quiero.

-No tengo rosas; flores

en mi jardín no hay ya, todas han muerto.

Me llevaré los llantos de las fuentes,

las hojas amarillas y los mustios pétalos.

Y el viento huyó… Mi corazón sangraba…

Alma, ¿qué has hecho de tu pobre huerto?

Mar Morales Hevia

Autor Mar Morales Hevia

Más artículos de Mar Morales Hevia

Dejar un comentario