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La vida nos trae situaciones difíciles. Y manejarnos bien con las emociones dolorosas es también un camino hacia el bienestar personal que puede ahorrarnos bastante sufrimiento.

La emoción solo es el mensajero

Actualmente, los servicios de mensajería están en auge. Y a muchos de nosotros nos resulta familiar recibir un paquete en casa. Llaman a la puerta, recibimos al mensajero que pronto se va. No creo que acumulemos los paquetes sin abrir. Pues algo así es la tarea de prestar atención y abrir la puerta a las emociones. No somos ni el mensajero ni el paquete ¿verdad? Somos el destinatario. Podemos entonces entender lo que es recibir y hacer espacio a nuestras emociones.

Experimentamos emociones y pensamientos, pero no somos esas emociones y pensamientos. Fusionarnos con ellos nos confunde y hace sufrir. Cuando hacemos una práctica de observación atenta a nuestro interior, sin engancharnos con emociones, pensamientos o impulsos, sintiendo la respiración y el cuerpo, creamos cierta distancia para desapegarnos. Y observamos con más claridad y calma. Luego, más conscientes, decidimos qué hacer. Aunque en ocasiones, no es necesario hacer nada.

Las emociones son un aviso, una llave para que abras una cerradura y entres a esa habitación en donde encontrarás qué hay en tu vida en este momento. La emoción te está dando un toque de aviso; quizá suave, quizá a golpes para que lo puedas oír y atiendas a la llamada. Hay algo importante en tu vida que reclama tu atención y que puede moverte hacia la acción.

¿Lo oyes?

No lo dejes como ruido de fondo. Porque solo cuando escuchas te das cuenta y respondes (te haces responsable), no reaccionas impulsivamente, con poca consciencia. Para eso, se requiere una pausa y un llevar la mirada adentro, una tarea introspectiva para conectar contigo misma, contigo mismo. Para conocer, para resolver o aceptar. Estamos en ese primer paso.

Permiso para tocar

Hoy, nuestra sesión de exploración ha girado en torno a contactar con las emociones dolorosas. Dejarnos tocar el corazón. Cada persona ha elegido una situación actual o reciente -de mediana intensidad- que le está haciendo sufrir. He preguntado cómo se llevan con esas emociones, cómo se relacionan con ellas y qué hacen. Si te sirve a ti también la pregunta, explora si te ocurre algo de esto:

  • No solemos ser muy conscientes de ellas.
  • No nos gustan, las negamos o rechazamos, nos resistimos queremos que sea de otra manera. Evitamos las experiencias que nos desagradan.
  • Nos lanzamos a evadirnos o distraernos, con lo que sea, para “desconectar”. O a “consolarnos” con la comida, bebida, compras…
  • No nos tenemos en cuenta ni nos cuidamos; incluso nos tratamos mal (juicios, autorreproches, castigos…) o echamos la culpa a las situaciones externas, los demás, nos enredamos buscando razones, analizamos…

Sugiero una gestión emocional:

  • Me hago consciente de las emociones que estoy viviendo o reviviendo. Y les hago un espacio más amplio.
  • Me abro a esa experiencia con aceptación, sin resistirme a lo que aparece (ya está ahí). Porque lo que se resiste, persiste. Localizar en el cuerpo la emoción y ponerle nombre nos facilita gestionarla.
  • Acojo la experiencia dolorosa con atención amable y cariñosa. Precisamente porque lo estoy pasando mal, me trato bien.
  • Escucho el mensaje que pueda traerme esa emoción o emociones asociadas.

Cuando nos relacionamos de esta forma con las emociones dolorosas o difíciles, sigue habiendo dolor pero disminuye mucho el sufrimiento. Es posible que también sea necesario cambiar algunas de nuestras creencias, replantear relaciones, utilizar estrategias de resolución de problemas o de otro tipo para afrontar las situaciones que tanto nos alteran. Pero si al menos podemos autorregular nuestras emociones en el momento en que surgen (pueden bastar unos minutos) estaremos allanado el camino hacia la salud y el bienestar, aún en medio de las tempestades.

Abre el mensaje. Quizá te oriente hacia un sentimiento: la esperanza, o una necesidad: seguridad. Quizá te lleve a un proceso: el duelo. O te dirija hacia una decisión: cómo vivir tu vida ahora.

Estos son algunos de los paquetes que hemos abierto en la sesión de hoy. Me siento agradecida por la confianza compartida. Espero que tú también te decidas a abrir ese paquete que te han traído.

Escucha los susurros de tu cuerpo o las voces de tus pensamientos. Y con lo que aparezca, sigue adelante. Orienta tu brújula, comienza el camino…Buen viaje, atrévete a una soledad creativa y encuentra compañía de vez en cuando.

Permite que te resuene la vida

Mar Morales Hevia

Autor Mar Morales Hevia

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