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Relajación en momentos de crisis ¿es necesario?. Cuatro semanas de confinamiento en España a causa del coronavirus es una situación tan excepcional que a veces cuesta creer que todo esto esté ocurriendo y a nivel mundial. La magnitud y complejidad de la crisis se nos escapa, por muchos análisis y previsiones que se realicen. Hemos tenido tiempo para comenzar la adaptación a esta forma de vida en casa quienes no salimos a trabajar fuera. No podemos negar que vivimos días estresantes y complicados.

El ser humano está muy capacitado para salir adelante en situaciones extremas; sobre todo si lo hace en grupo. Aunque es muy doloroso, más cuando tantas personas sufren y mueren. Unir esfuerzos, recursos y protección ayuda enormemente. No sentirnos solos en nuestro aislamiento es una clave para no perder la salud.

Aislados pero no solos

Cada uno de nosotros posiblemente esté haciendo cosas para ayudar. Aparte del trabajo u ocupaciones habituales, nos implicamos en iniciativas solidarias dentro de nuestras posibilidades. Muchos granitos de arena hacen una playa. Los cursos presenciales se han suspendido en la Universidad. Yo estaba llevando varios programas de salud integral que he adaptado a las nuevas circunstanciashttps://marhevia.com/wp-admin/post.php?post=4049&action=edit. De forma personalizada estoy apoyando, y algunos de los recursos educativos los hago públicos a través de este blog y vídeos en youtube. Ojalá pueda ser útil.

¿Para qué relajarnos?

En cualquier situación por la que estemos pasando estos días, un recurso que necesitamos en algún momento es poder mantener o recuperar la calma, disminuir la activación fisiológica excesiva, esa que nos impide pensar o que nos lleva al bloqueo o acciones precipitadas. Poder relajarnos nos ayuda a tranquilizarnos, descansar, equilibrar nuestro cuerpo, mejorar la atención-concentración y afrontar con más serenidad las situaciones difíciles.

Cuidarnos para cuidar

Estamos tomando muchas medidas para cuidarnos y cuidar. La relajación es otra más. Quizá en estas semanas estemos más motivados para cuidarnos porque somos conscientes de la importancia de mantener nuestra salud sin acudir innecesariamente a los centros sanitarios. Igualmente, y es posible que eso sea una motivación mayor, los demás nos necesitan con la mayor salud y bienestar posible. Por mí, por ti, por vosotros, me cuido en casa.

Podemos alcanzar diferentes niveles de relajación, desde acercarnos al sueño hasta permanecer con una atención relajada incluso en la acción. Pero no es sólo una actitud física, sino primordialmente mental y emocional. La relajación entendida como un “darse cuenta” y estar presentes en el aquí y el ahora. La relajación enfocada a soltar, dejar de aferrarnos, dejar ir…También la relajación puede ser aplicada en la consecución de metas más amplias, como la autoexploración y crecimiento personales, o la potenciación de la creatividad.

Más allá de la relajación

Actualmente, la relajación abarca un proceso cuyo objetivo es la búsqueda de un estado de equilibrio cuerpo-mente como vía de bienestar y salud. Implica atención y va desarrollando la consciencia, un darnos cuenta de las cosas con menos automatismos. En este sentido más amplio, no son únicamente técnicas sino procesos psicológicos, entrenamiento de la personalidad o filosofía de vida.

Entonces, sería más correcto hablar de atención plena o meditación; que puede, o no, incluir la relajación. En los últimos años se han desarrollado diversas escuelas con buenos fundamentos científicos y metodológicos, distanciadas del oportunismo mercantilista o el esnobismo de las modas.

En mi práctica médica y formación psicológica, yo comencé aprendiendo el entrenamiento autógeno de Schultz y la relajación progresiva de Jacobson. Luego descubrí la Sofrología, que me abrió un mundo de posibilidades, y posteriormente el Mindfulness. Con una síntesis personal voy constituyendo una especie de perchero en donde coloco diferentes metodologías para utilizar individualmente o integrándolas. Quiero mantenerme en una ciencia práctica cercana al humanismo.

Beneficios

Recurso clínico para

  • Prevenir y mejorar la  recuperación en el estrés y trastornos psicosomáticos (musculares, cardiocirculatorios, respiratorios, nerviosos, digestivos, dermatológicos…)
  • Incluir en psicoterapias
  • Disminuir el consumo de psicofármacos
  • Aumentar la resistencia orgánica
  • Desarrollar la autoconsciencia corporal
  • Favorecer la gestión emocional
  • Ayudar en situaciones de crisis, enfermedad, convalecencia o momentos de gran tensión

Esto no es magia

La relajación no es magia ni ciencia infusa, sino una habilidad psico-física que se adquiere con la práctica. Tampoco es algo esotérico; hay evidencias científicas de que manejando la atención tenemos la clave para organizar en nuestro cerebro una actividad que se extiende a toda la fisiología.

Al principio es necesario que el aprendizaje sea guiado. Si os interesa, cuando pase esta cuarentena, podéis hacer un curso. En estos momentos, mi intención es únicamente facilitarnos unos audios que puedan iniciaros y ayudaros puntualmente.

En esta práctica básica, lo que vamos a buscar es relajación muscular, respiración tranquila, y desviar la atención de los pensamientos a las sensaciones corporales. Es la práctica básica con la que comenzar cualquier otra técnica, pues favorece un mejor contacto con nuestra realidad interna; alivia la tensión y resistencias en el inicio de otros caminos. Es al menos mi experiencia para recomendar a los principiantes.

¿Qué postura es mejor?

La posición de sentados, con la espalda erguida, los pies y manos apoyados, favorece la atención concentrada. La posición tumbada predispone más al sueño y relajación. En ambos casos, debe ser una postura cómoda y con la columna vertebral lo más derecha posible. Depende del objetivo de tu relajación y de lo activo que quieras sentirte después. Se ha de procurar la mayor inmovilidad posible, pero sin forzar. Eso incluye el movimiento ocular: fijar la mirada en un punto si se dejan los ojos entreabiertos.

Suelo recomendar realizar antes algún movimiento que suelte tensiones musculares. Y dos o tres respiraciones profundas, a modo de suspiro intenso al echar el aire.

¿Cómo respirar?

En principio, por la nariz, de forma lenta y rítmica, sin forzar. En esta práctica vamos a sentir nuestra respiración sin cambiarla. Necesitamos observar para conocer. Posteriormente iremos haciendo cambios si es necesario y aprendiendo diferentes ritmos según nuestras necesidades.

¿Cuántas veces?

Siempre que lo necesites. Si lo haces a diario, estupendo; aunque para ir desarrollado el hábito es suficiente con practicar en días alternos. Como todo entrenamiento, depende de tus objetivos.

¿A qué hora?

Estaría bien que no improvisaras; elige un horario que puedas seguir. En un momento que no vayan a interrumpirte ni tengas algo inmediato que hacer después. Los mejores momentos son al comienzo y al final del día, para facilitar un mejor rendimiento o descanso de la jornada. Si tienes mucha tensión, mejor hacer antes algo de actividad física o relajación informal (distracción, automasaje, una ducha caliente…) pues si no tienes práctica y una expectativa muy alta de relajarte rápidamente, te puedes poner nervioso o sentirte frustrado, y eso no motiva para seguir practicando.

Anota tu experiencia

Después de cada práctica, registra tus impresiones: avances, resistencias, dificultades…para comprobar tu progreso. Y compártelas conmigo, si quieres, para guiar tu aprendizaje.

Pues vamos a ello, conéctate al audio https://www.youtube.com/watch?v=HPEJ8bPKZjo&t=92s

Mar Morales Hevia

Autor Mar Morales Hevia

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