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Cuando hay sobrecarga nerviosa, el malestar se produce por exceso de tensión. La relajación la disminuye, con la consiguiente sensación de bienestar físico y mental.

Andalucía a las tres, cuando quema el asfalto, por ejemplo. Cualquier problema, cansancio o accidente se puede acrecentar después de un día caluroso que no remita al anochecer ni nos deje dormir. ¡Cuánto nos reconforta una brisa fresca, preferentemente natural, después del calor intenso, zambullirnos en el agua o una cerveza bien fría! ¿Pero cómo refrescarnos de otras chicharreras de la vida?

Calentarnos la cabeza, chicharrera mental

Ese darle vueltas a la cabeza, pensamientos que van y vienen, nos persiguen y agotan sin dar solución a nada. Por lo que ocurre, máxime si tiene difícil salida; por lo que otros hacen, dicen o dejan de hacer y decir; por lo que nosotros mismos podíamos haber hecho o estamos obligados hacer. La mayoría de nosotros reconocemos ese diálogo interno que nos produce malestar .

Nos hierve la sangre, chicharrera emocional

Algo que nos dicen o nos hacen y puede saltar la chispa que enciende en un momento la hoguera de arrebato emocional. Porque estamos también muy preparados por la evolución para detectar amenazas y reaccionar con un torrente bioquímico en la sangre. Y luego tenemos que estar apagando fuegos.

Estamos quemados, chicharrera laboral

¿Quién no ha padecido en algún momento de su vida laboral el sentirse agotado, “quemado” por los horarios, clima del grupo, demandas excesivas, falta de recursos o malas gestiones? Se llama síndrome de burnout precisamente.

Un recurso interno

Con esta evocación de calor, se me ocurre el contrapunto del frío. Esos momentos que también recogen las expresiones populares, las de que se nos hiela la sangre en las venas o nos quedamos como si nos hubieran echado un jarro de agua fría encima. Entonces, posiblemente, no tengamos interés ni necesidad de relajarnos; sino más bien todo lo contrario: entrar en calor.

Conocer nuestra regulación de temperatura en cada momento es algo interesante. Así que podemos considerar en nuestro botiquín personal la relajación como otra píldora más con sus indicaciones, administración y efectos secundarios.

Las circunstancias adversas o complejas nos retan a poner a punto nuestras capacidades de transformación y afrontamiento, autocuidados, resolución de problemas, regulación emocional, reestructuración cognitiva o habilidades sociales, entre otras. Pero físicamente hay también mucho por hacer y es incluso más simple, mucho más. Lo que no significa que sea fácil hacerlo habitualmente. Independientemente de la edad, género o circunstancias, tenemos un recurso interno que siempre funciona (salvo trastorno grave) porque lo llevamos en los genes, impreso en nuestro cuerpo y cerebro a lo largo de miles de años. Si lo practicamos, por supuesto, ya que es una habilidad que se desarrolla con el entrenamiento: el autocalmarnos con la respiración, la relajación y la consciencia corporal.

Pisando el freno

Cuando nos enfrentamos a situaciones estresantes reales nuestro cuerpo se tensa y la respiración se altera. También cuando pensamos sobre los problemas y los revivimos mentalmente hay músculos que se contraen casi permanentemente ocasionando tensión física: en la mandíbula, garganta, cuello, pecho…Cada uno reconocemos ese mapa que las tensiones crean en nuestro cuerpo. Si bien a menudo pasan desapercibidas hasta que prestamos atención y escuchamos sus voces en forma de dolor, malestar o disfunción.

Escuchar nuestro cuerpo, sentirlo, varias veces a lo largo del día, nos permitiría identificar y rebajar tensiones para que no se acumulen y sea ya difícil soltarlas por la noche (cuando lo hacemos, porque con frecuencia nos siguen en el sueño y nos impiden descansar). El sueño es una relajación no consciente fundamental.

Así pues, mini sesiones conscientes -solo unos minutos- de movernos, estirarnos, cambiar de postura, respirar hondo, son prácticas informales de relajación y consciencia corporal que actúan a modo de válvula de escape. De lo contrario, al final del día, las semanas o meses, se transforman en auténticas ollas a presión que en algún momento pueden explotar ocasionando serios daños.

Entre movimiento y quietud

Para mantener el equilibrio actividad/descanso, necesitamos restaurarnos física, emocional y mentalmente después de los esfuerzos. La relajación y respiración lenta estimulan el sistema nervioso vegetativo parasimpático, responsable del descanso, recuperación y la mayoría de funciones viscerales como la digestiva y cardiorespiratoria. Ir todo el día pisando el acelerador (activación y gasto físico a cargo del sistema nervioso simpático) es alterar ese freno tranquilizador. Trabaja al 100% solo cuando sepas descansar al 100%, recomendaba el famoso psicólogo americano Dale Carnegie. Buen equilibrado fisiológico.

Yo, personalmente, procuro descansar en la proporción de las demandas de cada jornada, al menos en un balance semanal. Una orientación de descanso activo puede ser cambiar de actividad: mental, física o emocional. Salir a correr tras una acalorada discusión; hablar con un amigo después de habernos calentado la cabeza estudiando o leer después de una jornada de limpieza.

No favorece en absoluto la pereza estar sin hacer nada y quieta, consciente de mi cuerpo, una hora diaria al menos. A lo que añadiría también, inseparablemente, un alto nivel de actividad física. Es más, aumentan con ello nuestra energía, creatividad y capacidad de aprendizaje. A nivel cerebral y clínico, ocasiona también interesantes beneficios que ya constata la ciencia actualmente. Pero hay que probarlo para creerlo. Es también una investigación personal de alto alcance. José María Toro tiene un acertado término: descanser= descansar para ser que titula uno de sus libros.

Refrescando el día

Es muy aconsejable entonces que cada día, aunque sea media hora con alguna práctica formal, recuperemos la calma física para favorecer la calma mental. Las crispaciones mentales o emocionales se debilitan mucho cuando disminuimos las físicas. Ese es el objetivo principal de la relajación como otro hábito muy saludable a incorporar en nuestras rutinas cotidianas. Tanto para mantener como para recuperar salud y bienestar.

Si te interesa iniciarte en la relajación y te ayuda el soporte de audio, te paso unos enlaces a alguna de mis prácticas. Estas, las grabé en pleno confinamiento por la pandemia del coronavirus, con la intención de llegar online a más personas en momentos tan difíciles. Puedes contactar conmigo si deseas tener sesiones individuales o de grupo en talleres específicos. Lo recomendable para el aprendizaje es tener indicaciones precisas y una supervisión personalizada.

Sobre la consciencia corporal y relajación general https://www.youtube.com/watch?v=HPEJ8bPKZjo puedes comenzar con esta.

Para introducirte en la respiración https://youtu.be/P0FSh7ggT-s

Como bien apunta el psiquiatra francés Cristophe André en su libro “Serenidad en la vida cotidiana”, la relajación es pacificar el cuerpo para apaciguar la mente. Una brisa fresca para que la vida no nos achicharre.

Mar Morales Hevia

Autor Mar Morales Hevia

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